11 Y si el Espíritu de Dios que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, él mismo les dará vida a sus cuerpos mortales.
12 Así que, amados hermanos, ustedes no están obligados a hacer lo que la vieja naturaleza les dice.
13 Si lo siguen haciendo perecerán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir a la naturaleza pecaminosa y sus obras, vivirán.
14 Los hijos de Dios son los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios.
15 Ustedes no recibieron un espíritu que los haga esclavos del miedo; recibieron el Espíritu que los adopta como hijos de Dios y les permite clamar: “Padre, Padre”,
16 porque el Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.
17 Y como somos sus hijos, somos herederos: herederos de Dios y coherederos junto con Cristo. Pero si compartimos su gloria, también hemos de compartir sus sufrimientos.