33 Si somos los escogidos de Dios ¿quién se atreverá a acusarnos? Dios mismo es quien nos ha declarado justos.
34 ¿Quién nos condenará? Cristo fue el que murió y volvió a la vida, él que está en el lugar de honor junto a Dios, intercediendo por nosotros.
35 ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la pobreza, el peligro, las amenazas de muerte?
36 Las Escrituras dicen:“Por tu causa nos amenazan de muerte todo el tiempo, nos tratan como a ovejas de matadero.”
37 A pesar de todo, nuestra victoria es absoluta, gracias a Cristo que nos amó.
38 Estoy convencido de que nada podrá apartarnos de su amor; ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni lo presente, ni lo que está por venir, ni los poderes,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni cosa alguna de toda la creación. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha demostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!