7 Por eso, obedezcan a Dios. Pónganle resistencia al diablo y él huirá de ustedes.
8 Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes, inconstantes, purifiquen su corazón!
9 Llénense de angustia, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza.
10 Humíllense delante del Señor, y él los pondrá en alto.
11 Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas la ley, ya no la obedeces sino que te conviertes en su juez.
12 Hay sólo un legislador y juez, que puede salvar y condenar. Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?
13 Escuchen bien esto, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, nos quedaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero».