23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
24 Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria.
25 Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche);
26 y traerán a ella la gloria y el honor de las naciones.
27 Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero.