30 Si a los hombres se les hubiera permitido comer libremente del alimento que encontraran entre nuestros enemigos, ¡imagínese a cuántos filisteos más habríamos podido matar!
31 Así que los israelitas persiguieron y mataron a los filisteos todo el día desde Micmas hasta Ajalón, pero los soldados iban debilitándose.
32 Esa noche se apresuraron a echar mano del botín y mataron ovejas, cabras, ganado y becerros, pero los comieron sin escurrirles la sangre.
33 Entonces alguien le informó a Saúl:—Mira, los hombres están pecando contra el Señor al comer carne que todavía tiene sangre.—¡Eso está muy mal! —dijo Saúl—. Busquen una piedra grande y haganla rodar hasta aquí.
34 Luego vayan entre las tropas y díganles: “Tráiganme el ganado, las ovejas y las cabras. Mátenlos aquí y escúrranles la sangre antes de comérselos. No pequen contra el Señor al comer carne que aún tiene sangre”.Así que esa noche las tropas llevaron sus animales y los mataron allí.
35 Luego Saúl construyó un altar al Señor; fue el primer altar que él le construyó al Señor.
36 Después Saúl dijo:—Persigamos a los filisteos toda la noche y saqueemos sus bienes hasta el amanecer. Destruyamos hasta el último hombre.Sus hombres respondieron:—Haremos lo que mejor te parezca.Pero el sacerdote dijo:—Primero consultemos a Dios.