33 —¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud.
34 Pero David insistió:—He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso viene para robar un cordero del rebaño,
35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo.
36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!
37 ¡El mismo Señor que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!Así que Saúl por fin accedió:—Está bien, adelante. ¡Y que el Señor esté contigo!
38 Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
39 David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante.—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo.Así que David se lo quitó.