10 Pero Saúl le hizo un juramento en el nombre del Señor y le prometió:—Tan cierto como que el Señor vive, nada malo te pasará por hacerlo.
11 Finalmente, la mujer dijo:—Bien, ¿el espíritu de quién quiere que invoque?—Llama a Samuel —respondió Saúl.
12 Cuando la mujer vio a Samuel, gritó:—¡Me engañó! ¡Usted es Saúl!
13 —No tengas miedo —le dijo el rey—. ¿Qué es lo que ves?—Veo a un dios subiendo de la tierra —dijo ella.
14 —¿Qué aspecto tiene? —preguntó Saúl.—Es un hombre anciano envuelto en un manto —le contestó ella.Saúl se dio cuenta de que era Samuel, y se postró en el suelo delante de él.
15 —¿Por qué me molestas, llamándome a regresar? —le preguntó Samuel a Saúl.—Porque estoy en graves dificultades —contestó Saúl—. Los filisteos están en guerra conmigo y Dios me ha dejado y no me responde ni por medio de profetas ni por sueños, entonces te llamé para que me digas qué hacer.
16 Pero Samuel respondió:—¿Por qué me preguntas a mí, si el Señor te abandonó y se ha vuelto tu enemigo?