17 Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: «¡Ese es el hombre del que te hablé! Él gobernará a mi pueblo».
18 Justo en ese momento, Saúl se acercó a Samuel a las puertas de la ciudad y le preguntó:—¿Podría decirme, por favor, dónde está la casa del vidente?
19 —¡Yo soy el vidente! —contestó Samuel—. Sube al lugar de adoración delante de mí. Allí comeremos juntos; en la mañana te diré lo que quieres saber y te enviaré de regreso.
20 Y no te preocupes por esos burros que se perdieron hace tres días, porque ya los encontraron. Además, estoy aquí para decirte que tú y tu familia son el centro de todas las esperanzas de Israel.
21 Saúl respondió:—¡Pero solo soy de la tribu de Benjamín, la más pequeña de Israel, y mi familia es la menos importante de todas las familias de la tribu! ¿Por qué me habla usted de esa manera?
22 Luego Samuel llevó a Saúl y a su siervo al comedor y los sentó en la cabecera de la mesa, y así los honró más que a los treinta invitados especiales.
23 Después Samuel dio instrucciones al cocinero para que le sirviera a Saúl el mejor corte de carne, la porción que había sido reservada para el invitado de honor.