3 Entonces ve al rey y dile la historia que te voy a contar». Luego Joab le dijo lo que tenía que decir.
4 Cuando la mujer de Tecoa se acercó al rey, se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y exclamó:—¡Oh rey, ayúdeme!
5 —¿Qué problema tienes? —preguntó el rey.—¡Ay de mí que soy viuda! —contestó ella—. Mi esposo está muerto y
6 mis dos hijos se pelearon en el campo y, como no había nadie que los separara, uno de ellos resultó muerto.
7 Ahora el resto de la familia me exige: “Entréganos a tu hijo y lo ejecutaremos por haber matado a su hermano. No merece heredar la propiedad familiar”. Quieren extinguir la única brasa que me queda, y el nombre y la familia de mi esposo desaparecerán de la faz de la tierra.
8 —Yo me encargo de este asunto —le dijo el rey—. Ve a tu casa, yo me aseguraré de que nadie lo toque.
9 —¡Oh gracias, mi señor el rey! —le respondió la mujer de Tecoa—. Si lo critican por ayudarme, que la culpa caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre, y que el rey y su trono sean inocentes.