10 »En cuanto a mí, yo me quedé en el monte y en la presencia del Señor durante cuarenta días y cuarenta noches como lo había hecho la primera vez. Y nuevamente el Señor escuchó mis ruegos y accedió a no destruirlos a ustedes.
11 Luego el Señor me dijo: “Levántate, ponte en marcha de nuevo y guía al pueblo para que tome posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados”.
12 »Y ahora, Israel, ¿qué requiere el Señor tu Dios de ti? Solo requiere que temas al Señor tu Dios, que vivas de la manera que le agrada y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma.
13 Debes obedecer siempre los mandatos y los decretos del Señor que te entrego hoy para tu propio bien.
14 »Mira, los cielos más altos, y la tierra y todo lo que hay en ella pertenecen al Señor tu Dios.
15 Sin embargo, el Señor eligió a tus antepasados para darles su amor. Y a ti, que eres su descendencia, te eligió de entre todas las naciones, como se ve hoy.
16 Así que cambia la actitud de tu corazón y deja de ser terco.