10 Por ejemplo, jamás sacrifiques a tu hijo o a tu hija como una ofrenda quemada. Tampoco permitas que el pueblo practique la adivinación, ni la hechicería, ni que haga interpretación de agüeros, ni se mezcle en brujerías,
11 ni haga conjuros; tampoco permitas que alguien se preste a actuar como médium o vidente, ni que invoque el espíritu de los muertos.
12 Cualquiera que practique esas cosas es detestable a los ojos del Señor. Precisamente porque las otras naciones hicieron esas cosas detestables, el Señor tu Dios las expulsará de tu paso.
13 Sin embargo, tú debes ser intachable delante del Señor tu Dios.
14 Las naciones que estás por desplazar consultan a los adivinos y a los hechiceros, pero el Señor tu Dios te prohíbe hacer esas cosas».
15 Moisés siguió diciendo: «El Señor su Dios les levantará un profeta como yo de entre sus hermanos israelitas. A él tendrán que escucharlo,
16 pues eso fue lo que ustedes le pidieron al Señor su Dios cuando estaban reunidos al pie del monte Sinaí. Dijeron: “No queremos oír nunca más la voz del Señor nuestro Dios ni ver este fuego ardiente, porque moriremos”.