18 »Luego me postré hasta el suelo delante del Señor y estuve allí otros cuarenta días y cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, debido al pecado tan grande que ustedes habían cometido al hacer lo que el Señor odiaba, con lo cual provocaron su enojo.
19 Tuve miedo de que ese enojo tan intenso del Señor, que lo volvió en contra de ustedes, lo llevara a destruirlos; pero una vez más, él me escuchó.
20 El Señor estaba tan enojado con Aarón que también quería destruirlo a él; pero oré por Aarón, y el Señor le perdonó la vida.
21 Así que tomé el pecado de ustedes —o sea, el becerro que habían hecho—, lo derretí en el fuego y luego lo molí hasta que quedó hecho polvo, y después lo arrojé en el arroyo que baja del monte.
22 »Ustedes también hicieron enojar al Señor en Taberá, en Masá y en Kibrot-hataava.
23 Además, en Cades-barnea, el Señor les ordenó que salieran, diciendo: “Suban y tomen la tierra que les he dado”. Pero ustedes se rebelaron contra la orden del Señor su Dios y se negaron a confiar en él y a obedecerlo.
24 Así es, vienen rebelándose contra el Señor desde que los conozco.