22 Les dijo que debían celebrar esos días con alegría y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemoraría el tiempo en que los judíos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegría y su duelo en gozo.
23 Así que los judíos aceptaron la propuesta de Mardoqueo y adoptaron esa costumbre anual.
24 Amán, hijo de Hamedata el agagueo, el enemigo de los judíos, había conspirado para aplastarlos y destruirlos en la fecha escogida al echar suertes (a las suertes se les llamaba purim);
25 pero cuando Ester se presentó ante el rey, él emitió un decreto que causó que el plan siniestro de Amán se volviera en su contra, y tanto Amán como sus hijos fueron atravesados en un poste afilado.
26 Por eso la celebración se llama Purim, porque es la palabra que se empleaba antiguamente para la frase «echar suertes».Por lo tanto, debido a la carta de Mardoqueo y a la experiencia que vivieron,
27 los judíos de todo el reino se pusieron de acuerdo para iniciar esa tradición y pasarla a sus descendientes y a todos los que se hacían judíos. Declararon que jamás dejarían de celebrar cada año esos dos días prescritos en la fecha señalada.
28 Esos días se recordarían y se mantendrían de generación en generación y serían celebrados por cada familia en todas las provincias y ciudades del imperio. El Festival de Purim nunca dejaría de celebrarse entre los judíos, ni se extinguiría de entre sus descendientes el recuerdo de lo ocurrido.