17 Cuando quedaron a salvo fuera de la ciudad, uno de los ángeles ordenó:—¡Corran y salven sus vidas! ¡No miren hacia atrás ni se detengan en ningún lugar del valle! ¡Escapen a las montañas, o serán destruidos!
18 —¡Oh, no, mi señor! —suplicó Lot—.
19 Ustedes fueron tan amables conmigo y me salvaron la vida, y han mostrado una gran bondad; pero no puedo ir a las montañas. La destrucción me alcanzaría allí también, y pronto moriría.
20 Miren, hay una pequeña aldea cerca. Por favor, déjenme ir allá; ¿no ven lo pequeña que es? Así no perderé la vida.
21 —Está bien —dijo el ángel—, concederé tu petición. No destruiré la pequeña aldea.
22 ¡Pero apresúrate! Escapa a la aldea, porque no puedo hacer nada hasta que llegues allí. (Esto explica por qué aquella aldea se conocía como Zoar, que significa «lugar pequeño»).
23 Lot llegó a la aldea justo cuando el sol salía en el horizonte.