31 Preparó una comida deliciosa y se la llevó a su padre. Entonces dijo:—Levántate, padre mío, y come de lo que he cazado, para que puedas darme tu bendición.
32 Pero Isaac le preguntó:—¿Quién eres tú?—Soy tu hijo, tu hijo mayor, Esaú —contestó.
33 Isaac comenzó a temblar de manera incontrolable y dijo:—¿Entonces quién me acaba de servir lo que cazó? Ya he comido, y lo bendije a él poco antes de que llegaras, ¡y esa bendición quedará en pie!
34 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno de amargura.—Oh padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí! —le suplicó.
35 Pero Isaac le dijo:—Tu hermano estuvo aquí y me engañó. Él se ha llevado tu bendición.
36 —Con razón su nombre es Jacob —exclamó Esaú—, porque ahora ya me ha engañado dos veces. Primero tomó mis derechos del hijo mayor, y ahora me robó la bendición. ¿No has guardado ni una bendición para mí?
37 —He puesto a Jacob como tu amo —dijo Isaac a Esaú—, y he declarado que todos sus hermanos serán sus siervos. Le he garantizado abundancia de grano y de vino; ¿qué me queda para darte a ti, hijo mío?