12 Pero el jefe del Estado Mayor de Senaquerib respondió:—¿Ustedes creen que mi amo les envió este mensaje solo a ustedes y a su amo? Él quiere que todos los habitantes lo oigan porque, cuando sitiemos a esta ciudad, ellos sufrirán junto con ustedes. Tendrán tanta hambre y tanta sed que comerán su propio excremento y beberán su propia orina.
13 Después el jefe del Estado Mayor se puso de pie y le gritó en hebreo a la gente que estaba sobre la muralla: «¡Escuchen este mensaje del gran rey de Asiria!
14 El rey dice lo siguiente: “No dejen que Ezequías los engañe. Él jamás podrá librarlos.
15 No permitan que los haga confiar en el Señor diciéndoles: ‘Con toda seguridad el Señor nos librará. ¡Esta ciudad nunca caerá en manos del rey asirio!’.
16 »”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su propio pozo.
17 Me encargaré de llevarlos a otra tierra como esta: una tierra de grano y vino nuevo, de pan y viñedos.
18 »”No dejen que Ezequías los engañe al decir: ‘¡El Señor nos librará!’. ¿Acaso los dioses de cualquier otra nación alguna vez han salvado a su pueblo del rey de Asiria?