18 Sí, los perseguiré con guerra, hambre y enfermedad, y los esparciré por todo el mundo. En cada nación por donde los envíe los convertiré en objeto de condenación, horror, desprecio y burla.
19 Pues ellos rehusaron escucharme, a pesar de que les hablé repetidas veces por medio de los profetas que les envié. Y ustedes, que están en el destierro, tampoco han escuchado”, dice el Señor.
20 »Por lo tanto, todos los cautivos en Babilonia, escuchen el mensaje del Señor.
21 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, acerca de los profetas que tienen —Acab, hijo de Colaías y Sedequías, hijo de Maaseías— que les dicen mentiras en mi nombre: “Yo los entregaré a Nabucodonosor para que los ejecute delante de sus ojos.
22 Su horrible final será conocido por todos, entonces cuando los desterrados judíos quieran maldecir a alguien, dirán: ‘¡Que el Señor te haga como a Sedequías y a Acab, a quienes el rey de Babilonia quemó vivos!’.
23 Pues estos hombres han hecho cosas terribles entre mi pueblo. Han cometido adulterio con las esposas de sus vecinos y han mentido en mi nombre diciendo cosas que no les mandé decir. De esto soy testigo. Yo, el Señor, he hablado”».
24 El Señor envió este mensaje a Semaías el nehelamita que estaba en Babilonia.