23 Cada vez que Jehudí terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey tomaba un cuchillo y cortaba esa sección del rollo. Luego lo lanzaba al fuego, sección por sección, hasta que quemó todo el rollo.
24 Ni el rey ni sus asistentes mostraron ninguna señal de temor o arrepentimiento ante lo que habían oído.
25 Aun cuando Elnatán, Delaía y Gemarías le suplicaron al rey que no quemara el rollo, él no les hizo caso.
26 Entonces el rey mandó a su hijo Jerameel, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, para que arrestaran a Baruc y a Jeremías; pero el Señor los había escondido.
27 Después de que el rey quemó el rollo en el que Baruc había escrito las palabras de Jeremías, el Señor le dio a Jeremías otro mensaje. Le dijo:
28 «Toma otro rollo y escribe de nuevo todo tal como lo hiciste en el rollo que quemó el rey Joacim.
29 Luego dile al rey: “Esto dice el Señor: ‘Tú quemaste el rollo porque allí dice que el rey de Babilonia destruiría esta tierra y la dejaría vacía de gente y de animales.