25 Aun cuando Elnatán, Delaía y Gemarías le suplicaron al rey que no quemara el rollo, él no les hizo caso.
26 Entonces el rey mandó a su hijo Jerameel, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, para que arrestaran a Baruc y a Jeremías; pero el Señor los había escondido.
27 Después de que el rey quemó el rollo en el que Baruc había escrito las palabras de Jeremías, el Señor le dio a Jeremías otro mensaje. Le dijo:
28 «Toma otro rollo y escribe de nuevo todo tal como lo hiciste en el rollo que quemó el rey Joacim.
29 Luego dile al rey: “Esto dice el Señor: ‘Tú quemaste el rollo porque allí dice que el rey de Babilonia destruiría esta tierra y la dejaría vacía de gente y de animales.
30 Ahora, esto dice el Señor acerca del rey Joacim de Judá: el rey no tendrá herederos que se sienten en el trono de David. Su cadáver será echado a la intemperie y permanecerá sin enterrar, expuesto al calor del día y a las heladas de la noche.
31 Lo castigaré a él, a su familia y a sus ayudantes por sus pecados. Derramaré sobre ellos y sobre la gente de Jerusalén y de Judá todas las calamidades que prometí, porque no hicieron caso a mis advertencias’”».