5 Entonces esos cinco reyes amorreos unieron sus ejércitos para atacar en conjunto. Pusieron todas sus tropas en posición y atacaron Gabaón.
6 Enseguida, los hombres de Gabaón enviaron mensajeros a Josué, quien se encontraba en su campamento, en Gilgal. «¡No abandone a sus siervos ahora! —rogaron—. ¡Venga de inmediato! ¡Sálvenos! ¡Ayúdenos! Pues todos los reyes amorreos que viven en la zona montañosa unieron sus fuerzas para atacarnos».
7 Entonces Josué y todo su ejército, incluidos sus mejores guerreros, salieron de Gilgal hacia Gabaón.
8 «No les tengas miedo —le dijo el Señor a Josué—, porque te he dado la victoria. Ni uno de ellos podrá hacerte frente».
9 Josué marchó toda la noche desde Gilgal y tomó por sorpresa a los ejércitos amorreos.
10 El Señor llenó de pánico a los amorreos, y los israelitas masacraron a un gran número de ellos en Gabaón. Después persiguieron a sus enemigos por el camino que lleva a Bet-horón y los fueron matando a lo largo de toda la ruta a Azeca y Maceda.
11 Mientras los amorreos estaban en retirada por el camino de Bet-horón, el Señor los destruyó mediante una terrible tormenta de granizo que envió desde el cielo, y que no paró hasta que llegaron a Azeca. El granizo mató a más enemigos de los que mataron los israelitas a filo de espada.