8 Entonces Manoa oró al Señor diciendo: «Señor, te pido que el hombre de Dios vuelva a nosotros y nos dé más instrucciones acerca del hijo que nacerá».
9 Dios respondió a la oración de Manoa, y el ángel de Dios se le apareció otra vez a la esposa mientras estaba sentada en el campo; pero Manoa, su esposo, no estaba con ella.
10 Así que, enseguida ella fue corriendo a contarle a su esposo: «¡El hombre que se me apareció el otro día está aquí de nuevo!».
11 Manoa regresó corriendo con su esposa y preguntó:—¿Eres el hombre que le habló a mi esposa el otro día?—Sí —contestó él—, soy yo.
12 Entonces Manoa le preguntó:—Cuando tus palabras se hagan realidad, ¿qué reglas deben gobernar la vida y el trabajo del muchacho?
13 El ángel del Señor le contestó:—Asegúrate de que tu esposa siga las instrucciones que le di.
14 No debe comer uvas ni pasas ni beber vino u otra bebida alcohólica, ni comer ningún alimento prohibido.