28 Entonces Sansón oró al Señor: «Señor Soberano, acuérdate de mí otra vez. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas sólo una vez más. Con un solo golpe, déjame vengarme de los filisteos por la pérdida de mis dos ojos».
29 Entonces Sansón apoyó las manos sobre las dos columnas centrales que sostenían el templo; las empujó con ambas manos
30 y pidió en oración: «Déjame morir con los filisteos». Y el templo se derrumbó sobre los gobernantes filisteos y todos los demás presentes. De esa manera, Sansón mató más personas al morir, que las que había matado durante toda su vida.
31 Más tarde, sus hermanos y otros parientes descendieron a la ciudad para recoger su cuerpo. Lo llevaron de regreso a su tierra y lo enterraron entre Zora y Estaol, donde estaba enterrado Manoa, su padre. Sansón fue juez de Israel durante veinte años.