10 »A nadie fuera de la familia del sacerdote se le permite comer de las ofrendas sagradas. Ni siquiera los huéspedes ni los obreros contratados en el hogar del sacerdote podrán comerlas.
11 Sin embargo, si el sacerdote compra un esclavo, ese esclavo podrá comer de las ofrendas sagradas; y si sus esclavos tienen hijos, ellos también podrán comer de esas ofrendas.
12 Pero si la hija de un sacerdote se casa con alguien fuera de la familia de los sacerdotes, ella no podrá comer más de las ofrendas sagradas;
13 pero si queda viuda o se divorcia y no tiene hijos que la sostengan, y ella regresa a vivir a la casa de su padre como en su juventud, podrá volver a comer del alimento de su padre. Aparte de eso, nadie ajeno a la familia del sacerdote podrá comer de las ofrendas sagradas.
14 »Si una de esas personas come de las ofrendas sagradas sin darse cuenta, deberá pagarle al sacerdote por lo que comió, más un veinte por ciento adicional.
15 Los sacerdotes no deben permitir que los israelitas contaminen las ofrendas sagradas que llevan al Señor
16 dejando que personas no autorizadas las coman. Eso los haría culpables y deberán pagar compensación. Yo soy el Señor quien los hace santos».