1 ¡Miserable de mí!Me siento como el recolector de fruta que después de cosecharno encuentra nada que comer.No encuentro ni un racimo de uvas ni uno de los primeros higospara saciar mi hambre.
2 La gente que sigue a Dios ha desaparecido;no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra.Son todos asesinos,les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.
3 ¡Con ambas manos son hábiles para hacer el mal!Tanto los funcionarios como los jueces exigen sobornos.La gente con influencia obtiene lo que quierey juntos traman para torcer la justicia.
4 Hasta el mejor de ellos es como una zarza;el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos.Pero ahora viene con prontitud el día de juicio.Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.
5 No confíen en nadie,¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!