7 Entonces los mensajeros de Balac y los ancianos de Moab y de Madián, partieron con el dinero para pagarle a Balaam a fin de que maldijera a Israel. Llegaron donde estaba Balaam y le transmitieron el mensaje de Balac.
8 «Quédense aquí esta noche —dijo Balaam—, y en la mañana les diré lo que me indique el Señor». Así que los funcionarios de Moab se quedaron con Balaam.
9 Esa noche Dios vino a Balaam y le preguntó:—¿Quiénes son estos hombres que te visitan?
10 Balaam le dijo a Dios:—Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, me envió este mensaje:
11 “Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto. Ven y maldíceme a este pueblo. De esa manera quizás podré hacerles frente y expulsarlos de esta tierra”.
12 Pero Dios le dijo a Balaam:—No vayas con ellos ni maldigas a este pueblo, ¡porque es bendito!
13 A la mañana siguiente, Balaam se levantó y les dijo a los funcionarios de Balac: «¡Regresen a casa! El Señor no me dejará ir con ustedes».