1 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego:
2 cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.
3 No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo.
4 Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.