8 En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara.
9 Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.
10 Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
11 Ustedes hicieron que me comportara como un necio al jactarme como lo hice. Deberían estar escribiendo elogios acerca de mí, porque no soy de ninguna manera inferior a esos «superapóstoles», aun cuando no soy nada en absoluto.
12 Cuando estuve con ustedes les di pruebas de que soy un apóstol. Pues con paciencia hice muchas señales, maravillas y milagros entre ustedes.
13 Lo único que no hice, y que sí hago en las demás iglesias, fue convertirme en una carga financiera para ustedes. Por favor, ¡perdónenme por esta falta!
14 Ahora voy a visitarlos por tercera vez y no les seré una carga. No busco lo que tienen, los busco a ustedes mismos. Después de todo, los hijos no mantienen a los padres. Al contrario, son los padres quienes mantienen a sus hijos.