25 Y ahora Jerusalén es igual que el monte Sinaí, en Arabia, porque la ciudad y sus hijos viven bajo la esclavitud de la ley;
26 pero la otra mujer, Sara, representa la Jerusalén celestial. Ella es la mujer libre y es nuestra madre.
27 Como dijo Isaías:«¡Alégrate, oh mujer sin hijos,tú que nunca diste a luz!¡Ponte a gritar de alegría,tú que nunca tuviste dolores de parto!¡Pues la mujer desolada ahora tiene más hijosque la que vive con su esposo!».
28 Y ustedes, amados hermanos, son hijos de la promesa igual que Isaac;
29 pero ahora son perseguidos por los que quieren que cumplan la ley, tal como Ismael —el hijo que nació del esfuerzo humano— persiguió a Isaac, el hijo que nació por el poder del Espíritu.
30 ¿Pero qué dicen las Escrituras al respecto? «Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la mujer esclava no compartirá la herencia del hijo de la mujer libre».
31 Así que, amados hermanos, no somos hijos de la mujer esclava; somos hijos de la mujer libre.