2 Una vez que hicieron entrar a Pablo, Tértulo presentó los cargos en su contra ante el gobernador con el siguiente discurso:«Usted ha dado un largo período de paz a nosotros, los judíos y, con previsión, nos ha promulgado reformas.
3 Por todo esto, su excelencia, le estamos muy agradecidos;
4 pero no quiero aburrirlo, así que le ruego que me preste atención sólo por un momento.
5 Hemos descubierto que este hombre es un alborotador que constantemente provoca disturbios entre los judíos por todo el mundo. Es un cabecilla de la secta conocida como “los nazarenos”.
6 Además, trataba de profanar el templo cuando lo arrestamos.
8 Puede averiguar la veracidad de nuestras acusaciones si lo interroga usted mismo».
9 Así que los demás judíos intervinieron, declarando que todo lo que Tértulo había dicho era cierto.