8 Dio la casualidad de que el padre de Publio estaba enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo, oró por él, puso sus manos sobre él y lo sanó.
9 Entonces todos los demás enfermos de la isla también vinieron y fueron sanados.
10 Como resultado, nos colmaron de honores y, cuando llegó el tiempo de partir, la gente nos proveyó de todo lo que necesitaríamos para el viaje.
11 Tres meses después del naufragio, zarpamos en otro barco, que había pasado el invierno en la isla; era un barco de Alejandría que tenía como figura de proa a los dioses gemelos.
12 Hicimos la primera parada en Siracusa, donde nos quedamos tres días.
13 De allí navegamos hasta Regio. Un día después, un viento del sur empezó a soplar, de manera que, al día siguiente, navegamos por la costa hasta Poteoli.
14 Allí encontramos a algunos creyentes, quienes nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y así llegamos a Roma.