19 Pero Pedro y Juan respondieron:«¿Acaso piensan que Dios quiere que los obedezcamos a ustedes en lugar de a él?
20 Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de todo lo que hemos visto y oído».
21 Entonces el Concilio los amenazó aún más, pero finalmente los dejaron ir porque no sabían cómo castigarlos sin desatar un disturbio. Pues todos alababan a Dios
22 por esa señal milagrosa, la sanidad de un hombre que había estado lisiado por más de cuarenta años.
23 Tan pronto como quedaron libres, Pedro y Juan volvieron adonde estaban los demás creyentes y les contaron lo que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho.
24 Cuando los creyentes oyeron las noticias, todos juntos alzaron sus voces en oración a Dios: «Oh Señor Soberano, Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos,
25 hace mucho tiempo tú hablaste por el Espíritu Santo mediante nuestro antepasado David, tu siervo, y dijiste:“¿Por qué estaban tan enojadas las naciones?¿Por qué perdieron el tiempo en planes inútiles?