32 Mientras tanto, Pedro viajaba de un lugar a otro, y descendió a visitar a los creyentes de la ciudad de Lida.
33 Allí conoció a un hombre llamado Eneas, quien estaba paralizado y postrado en cama hacía ocho años.
34 Pedro le dijo: «Eneas, ¡Jesucristo te sana! ¡Levántate y enrolla tu camilla!». Al instante, fue sanado.
35 Entonces todos los habitantes de Lida y Sarón vieron a Eneas caminando, y se convirtieron al Señor.
36 Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego significa Dorcas). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres.
37 En esos días, se enfermó y murió. Lavaron el cuerpo para el entierro y lo pusieron en un cuarto de la planta alta;
38 pero los creyentes habían oído que Pedro estaba cerca, en Lida, entonces mandaron a dos hombres a suplicarle: «Por favor, ¡ven tan pronto como puedas!».