27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen.
28 Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas,
29 porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre.
30 El Padre y yo somos uno.
31 Una vez más, las personas tomaron piedras para matarlo.
32 Jesús dijo:—Bajo la dirección de mi Padre, he realizado muchas buenas acciones. ¿Por cuál de todas ellas me van a apedrear?
33 —No te apedreamos por ninguna buena acción, ¡sino por blasfemia! —contestaron—. Tú, un hombre común y corriente, afirmas ser Dios.