5 «Ese perfume valía el salario de un año. Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres».
6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él.
7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro.
8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán».
9 Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos.
10 Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también,
11 ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús.