10 Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer:—¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó?
11 —Ni uno, Señor —dijo ella.—Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más.
12 Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida».
13 Los fariseos respondieron:—¡Tú haces esas declaraciones acerca de ti mismo! Un testimonio así no es válido.
14 —Estas afirmaciones sí son válidas, aunque las diga de mí mismo —respondió Jesús—. Pues sé de dónde vengo y adónde voy, pero eso es algo que ustedes no saben de mí.
15 Ustedes me juzgan con criterios humanos, pero yo no juzgo a nadie.
16 Y, si lo hiciera, mi juicio sería correcto en todo sentido, porque no estoy solo. El Padre, quien me envió, está conmigo.