36 A medida que Jesús avanzaba, la multitud tendía sus prendas sobre el camino delante de él.
37 Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habían visto.
38 «¡Bendiciones al Rey que viene en el nombre del Señor!¡Paz en el cielo y gloria en el cielo más alto!».
39 Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud decían:—¡Maestro, reprende a tus seguidores por decir cosas como esas!
40 Jesús les respondió:—Si ellos se callaran, las piedras a lo largo del camino se pondrían a aclamar.
41 Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de él y comenzó a llorar, diciendo:
42 «¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz! Pero ahora es demasiado tarde, y la paz está oculta a tus ojos.