38 «¡Bendiciones al Rey que viene en el nombre del Señor!¡Paz en el cielo y gloria en el cielo más alto!».
39 Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud decían:—¡Maestro, reprende a tus seguidores por decir cosas como esas!
40 Jesús les respondió:—Si ellos se callaran, las piedras a lo largo del camino se pondrían a aclamar.
41 Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad delante de él y comenzó a llorar, diciendo:
42 «¡Cómo quisiera que hoy tú, entre todos los pueblos, entendieras el camino de la paz! Pero ahora es demasiado tarde, y la paz está oculta a tus ojos.
43 No pasará mucho tiempo antes de que tus enemigos construyan murallas que te rodeen y te encierren por todos lados.
44 Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no aceptaste tu oportunidad de salvación».