23 Jesús se dio cuenta de la trampa y dijo:
24 —Muéstrenme una moneda romana. ¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda?—Al César —contestaron.
25 —Bien —dijo—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios.
26 Así que no pudieron atraparlo por lo que decía en público. En cambio, quedaron asombrados de su respuesta y se callaron.
27 Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección de los muertos.
28 Le plantearon la siguiente pregunta:—Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que si un hombre muere y deja a una esposa sin haber tenido hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.
29 Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos.