40 Pero el otro criminal protestó: «¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte?
41 Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo».
42 Luego dijo:—Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 Jesús respondió:—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Ya era alrededor del mediodía, y la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
45 La luz del sol desapareció. Y, de repente, la cortina del santuario del templo se rasgó por la mitad.
46 Después Jesús gritó: «Padre, ¡encomiendo mi espíritu en tus manos!». Y con esas palabras dio su último suspiro.