37 Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma!
38 «¿Por qué están asustados? —les preguntó—. ¿Por qué tienen el corazón lleno de dudas?
39 Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo».
40 Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies.
41 Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro. Entonces les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?».
42 Le dieron un pedazo de pescado asado,
43 y él lo comió mientras ellos miraban.