30 Una inmensa multitud le llevó a personas cojas, ciegas, lisiadas, mudas y a muchas más. Las pusieron delante de Jesús y él las sanó a todas.
31 ¡La multitud quedó asombrada! Los que no podían hablar, ahora hablaban; los lisiados quedaron sanos, los cojos caminaban bien y los ciegos podían ver; y alababan al Dios de Israel.
32 Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlas con hambre, no sea que se desmayen por el camino.
33 Los discípulos contestaron:—¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el desierto para semejante multitud?
34 —¿Cuánto pan tienen? —preguntó Jesús.—Siete panes y unos pocos pescaditos —contestaron ellos.
35 Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo.
36 Tomó luego los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y los partió en trozos. Se los dio a los discípulos, quienes repartieron la comida entre la multitud.