23 «Diles a Roboán hijo de Salomón y rey de Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo
24 que así dice el Señor: “No vayan a luchar contra sus hermanos, los israelitas. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido.”» Y ellos obedecieron la palabra del Señor y regresaron, tal como el Señor lo había ordenado.
25 Jeroboán fortificó la ciudad de Siquén en la región montañosa de Efraín, y se estableció allí. Luego se fue de Siquén y fortificó Peniel.
26 Pero reflexionó: «¿Y qué tal si ahora el reino vuelve a la familia de David?
27 Si la gente sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del Señor, acabará por reconciliarse con su señor Roboán, rey de Judá. Entonces a mí me matarán, y volverán a unirse a él.»
28 Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y le dijo al pueblo: «¡Israelitas, no es necesario que sigan subiendo a Jerusalén! Aquí están sus dioses, que los sacaron de Egipto.»
29 Así que colocó uno de los becerros en Betel, y el otro en Dan.