3 Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y veneraba al Señor.
4 Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber.
5 Acab instruyó a Abdías: «Recorre todo el país en busca de fuentes y ríos. Tal vez encontremos pasto para mantener vivos los caballos y las mulas, y no perdamos nuestras bestias.»
6 Así que se dividieron la tierra que iban a recorrer: Acab se fue en una dirección, y Abdías en la otra.
7 Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó:—Mi señor Elías, ¿de veras es usted?
8 —Sí, soy yo —le respondió—. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.
9 —¿Qué mal ha hecho este servidor suyo —preguntó Abdías—, para que usted me entregue a Acab y él me mate?