2 Éste le dijo a Nabot:—Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga.
3 Pero Nabot le respondió:—El Señor prohíbe que yo le venda a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados.
4 Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: «No puedo cederle a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados.» De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer.
5 Su esposa Jezabel entró y le preguntó:—¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?
6 —Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó.
7 Ante esto, Jezabel su esposa le dijo:—¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot.
8 De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a los ancianos y nobles que vivían en la ciudad de Nabot.