34 También les dijo:—Vayan y díganle a la gente que cada uno me traiga su toro o su oveja para degollarlos y comerlos aquí; y que no coman ya carne junto con la sangre, para que no pequen contra el Señor.Esa misma noche cada uno llevó su toro, y lo degollaron allí.
35 Luego Saúl construyó un altar al Señor. Éste fue el primer altar que levantó.
36 Y dijo:—Vayamos esta noche tras los filisteos. Antes de que amanezca, quitémosles todo lo que tienen y no dejemos a nadie con vida.—Haz lo que te parezca mejor —le respondieron.—Primero debemos consultar a Dios —intervino el sacerdote.
37 Saúl entonces le preguntó a Dios: «¿Debo perseguir a los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero Dios no le respondió aquel día.
38 Así que Saúl dijo:—Todos ustedes, jefes del ejército, acérquense y averigüen cuál es el pecado que se ha cometido hoy.
39 ¡El Señor y Salvador de Israel me es testigo de que, aun si el culpable es mi hijo Jonatán, morirá sin remedio!Nadie se atrevió a decirle nada.
40 Les dijo entonces a todos los israelitas:—Pónganse ustedes de un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos pondremos del otro.—Haz lo que te parezca mejor —respondieron ellos.