1 Cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le informaron que David estaba en el desierto de Engadi.
2 Entonces Saúl tomó consigo tres batallones de hombres escogidos de todo Israel, y se fue por los Peñascos de las Cabras, en busca de David y de sus hombres.
3 Por el camino, llegó a un redil de ovejas; y como había una cueva en el lugar, entró allí para hacer sus necesidades. David estaba escondido en el fondo de la cueva, con sus hombres,
4 y éstos le dijeron:—En verdad, hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor cuando te dijo: “Yo pondré a tu enemigo en tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca.”David se levantó y, sin hacer ruido, cortó el borde del manto de Saúl.
5 Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho,
6 y les dijo a sus hombres:—¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que ustedes sugieren! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.