6 Por eso consultó al Señor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas.
7 Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales:—Búsquenme a una adivina, para que yo vaya a consultarla.—Pues hay una en Endor —le respondieron.
8 Saúl se disfrazó con otra ropa y, acompañado de dos hombres, se fue de noche a ver a la mujer.—Quiero que evoques a un espíritu —le pidió Saúl—. Haz que se me aparezca el que yo te diga.
9 —¿Acaso no sabe usted lo que ha hecho Saúl? —respondió la mujer—. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué viene usted a tenderme una trampa y exponerme a la muerte?
10 —¡Tan cierto como que el Señor vive, te juro que nadie te va a castigar por esto! —contestó Saúl.
11 —¿A quién desea usted que yo haga aparecer? —preguntó la mujer.—Evócame a Samuel —respondió Saúl.
12 Al ver a Samuel, la mujer pegó un grito.—¡Pero si usted es Saúl! ¿Por qué me ha engañado? —le reclamó.