5 Por eso, hasta el día de hoy, ninguno de los que entran en el templo de Dagón en Asdod pisan el umbral, ¡ni siquiera los sacerdotes!
6 El Señor descargó su mano sobre la población de Asdod y sus alrededores, y los azotó con tumores.
7 La gente de Asdod reconoció lo que estaba pasando, y declaró: «El arca del Dios de Israel no puede quedarse en medio nuestro, porque ese dios ha descargado su mano sobre nosotros y contra nuestro dios Dagón.»
8 Así que convocaron a todos los jefes filisteos y les preguntaron:—¿Qué vamos a hacer con el arca del Dios de Israel?—Trasládenla a la ciudad de Gat —respondieron los jefes.Y así lo hicieron.
9 Pero después de que la trasladaron, el Señor castigó a esa ciudad, afligiendo con una erupción de tumores a sus habitantes, desde el más pequeño hasta el mayor. Eso provocó un pánico horrible.
10 Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón pero, tan pronto como entró el arca en la ciudad, sus habitantes se pusieron a gritar: «¡Nos han traído el arca del Dios de Israel para matarnos a todos!»
11 Por eso convocaron a todos los jefes filisteos y protestaron: «¡Llévense el arca del Dios de Israel! ¡Devuélvanla a su lugar de origen, para que no nos mate a nosotros y a todos los nuestros!» Y es que el terror de la muerte se había apoderado de la ciudad, porque Dios había descargado su mano sobre ese lugar.