4 En el séptimo año, el sacerdote Joyadá mandó llamar a los capitanes, a los quereteos y a los guardias, para que se presentaran ante él en el templo del Señor. Allí en el templo hizo un pacto con ellos y les tomó juramento. Luego les mostró al hijo del rey,
5 y les dio estas órdenes: «Hagan lo siguiente: Una tercera parte de los que están de servicio el sábado vigilará el palacio real;
6 otra tercera parte, la puerta de Sur; y la otra tercera parte, la puerta detrás del cuartel. Harán la guardia del templo por turnos.
7 Los dos grupos que están libres el sábado protegerán al rey en el templo del Señor.
8 Arma en mano, rodeen por completo al rey; y si alguien se atreve a penetrar las filas, mátenlo. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!»
9 Los capitanes cumplieron con todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio el sábado como a los que estaban libres, y se presentaron ante Joyadá.
10 Éste repartió entre los capitanes las lanzas y los escudos del rey David, que estaban guardados en el templo del Señor.