19 De pronto exclamó:—¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!El padre le ordenó a un criado:—¡Llévaselo a su madre!
20 El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió.
21 Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió.
22 Después llamó a su esposo y le dijo:—Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios.
23 —¿Para qué vas a verlo hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva ni sábado.—No importa —respondió ella.
24 Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:—¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.
25 La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Éste la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:—¡Mira! Ahí viene la sunamita.